Crítica sobre la eutanasia

Buenas a todos y todas, esta semana me toca ser la crítica. Por tanto, tengo que realizar una crítica semanal o manifiesto en contra de las injusticias sociales que se dan en la actualidad. El tema escogido es la eutanasia. 

La eutanasia es el procedimiento médico consciente, intencional y voluntario mediante el cual se pone fin a la vida de un paciente terminal, con el fin de ahorrar mayores sufrimientos y dolores. La eutanasia se puede interpretar como el derecho a la muerte digna y al suicidio asistido.

En la actualidad, la eutanasia es legal en cinco países, tres de ellos europeos: Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Colombia y Canadá. Cabe destacar, que hay otros países donde la muerte del paciente se concibe, pero no a través de la eutanasia, sino con suicidios asistidos u otras fórmulas, como por ejemplo como pasa en Suiza. Sin embargo, en España, debido a la entrada en vigor de una nueva norma aprobada en el Congreso se plantean dos modalidades. En primer lugar, aplicar la eutanasia como tal, que es administrar al paciente la medicación necesaria para morir, y por otro lado, el suicidio asistido, una modalidad diferente que no precisa de médicos de forma presencial, ya que ellos recetan el fármaco y es el paciente quien se lo autoadministra, ya sea en su propio domicilio particular o en residencias.

Hay opiniones muy diversas sobre este tema, por ejemplo, la mayoría de las personas religiosas ven el suicidio como un pecado o un acto irreprochable, mientras que otras personas creen que la eutanasia es la mejor opción en determinados casos.

Personalmente, opino que permitir la eutanasia en determinados supuestos me parece razonable. La eutanasia es una solución para aquellas personas que desean la muerte en vez de seguir viviendo, ya que hay circunstancias en las que la muerte puede ser la mejor opción. La regulación de la eutanasia debe permitir que sea cada uno el que determine cuál es el mejor momento para morir, para que la suya sea, dentro de lo posible, una buena muerte. Claro está, que solo se deberá recurrir a la eutanasia cuando se sufra una enfermedad incurable, numerosos dolores permanentes y un sufrimiento insoportable que limita el desarrollo de la vida.











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